Dislexia: no comprendo lo que leo.

La lectura es uno de los aprendizajes más básicos e importantes que los alumnos realizan en el aula. Es el instrumento necesario para adquirir los demás conocimientos a lo largo de nuestra escolaridad y una exigencia social para participar activamente en una sociedad alfabetizada. Una dificultad en este aprendizaje trastoca todos los aprendizajes posteriores.

Aunque, la mayor parte del alumnado termina dominando la lectoescritura en el primer ciclo de la educación primaria, otros muchos no lo aprenden con tanto éxito, presentando Dificultades Específicas de Aprendizaje (DEA). Probablemente, las DEA son los trastornos evolutivos que con mayor frecuencia se presentan en la educación primaria. La Dislexia es la más conocida dentro de estas dificultades.

La dislexia es un trastorno del aprendizaje de la lectoescritura, de carácter persistente y específico, que se da en niños/as que no presentan ninguna otra dificultad psíquica, física ni sociocultural. La lectura de las personas que padecen dislexia se caracteriza por omisiones y sustituciones de letras o incluso palabras completas, distorsiones, lentitud en la lectura y escritura, vacilaciones, problemas de seguimiento visual, desembocando todo en una muy baja comprensión de lo leído y gran frustración y cansancio.

En ocasiones, oímos que el niño en el colegio es "vago" y no atiende en clase, sin embargo, la realidad es muy diferente. Debemos tener en cuenta que en nuestro sistema educativo todos los aprendizajes se realizan a través de la lectura y escritura, lo que supone una barrera en el aprendizaje de todos los niños que presentan dificultades lectoescritoras.

La dislexia se puede clasificar como un trastorno oculto, puesto que es muy fácil que pase desapercibida por padres e incluso maestros (sobre todo en las primeras etapas, durante el aprendizaje de la lectoescritura). Una detección precoz antes de que se convierta en un problema puede evitar bajo rendimiento escolar y baja autoestima.

Actualmente, un alto porcentaje del fracaso escolar es debido a la existencia de dislexia NO DIAGNOSTICADA. Cuando se diagnostica a un niño con estas dificultades, el colegio tiene la obligación de llevar a cabo todas las estrategias y adaptaciones necesarias para que el alumno consiga los méritos curriculares del curso, sin usar la lectura como la vía principal para alcanzarlos: realizar exámenes orales, no puntuar faltas de ortografía en exámenes y realizar actividades sin estipular un tiempo máximo, son las prioritarias.

En un niño con dislexia, es posible que también se den dificultades en el área de las matemáticas. Es común que la dislexia curse junto con discalculia (trastorno del aprendizaje que se manifiesta con una baja capacidad para el procesamiento numérico y el cálculo). Según Luz Relló, importante investigadora española sobre dislexia, "Aproximadamente, el 40% de los disléxicos tienen discalculia".

La dislexia es una dificultad de gravedad que debe ser conocida por los profesionales que trabajan en la escuela, y junto con los logopedas y familia, conseguir una identificación, evaluación e intervención de calidad lo más temprana posible, disminuyendo el porcentaje de fracaso y llevando a cabo los apoyos y estrategias necesarias en las aulas para los alumnos con esta dificultad en el aprendizaje.

"Detectar la dislexia de modo precoz mejora la autoestima” (Relló, 2017).

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